Opinión

Pensar en las regiones sin egoísmos

Por: Carlos Ordosgoitia Sanin

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El país necesita modelos de gestión que promuevan el desarrollo social de nuestros territorios, así como de administraciones regionales que conciban a los municipios y departamentos como fuentes inagotables de desarrollo sostenible en el tiempo. De esta manera, se lograrán sentar bases indispensables para la atención de las necesidades insatisfechas de los ciudadanos.

Para tal fin, el Plan de Desarrollo en su normatividad establece los lineamientos estratégicos de las políticas públicas y objetivos a corto, mediano y largo plazo, con la correspondiente financiación, para poder alcanzar las metas propuestas. De no ser así, el único camino al que conllevaría esta trascendental herramienta sería al de los simples anhelos carentes de efectividad.

Los objetivos a largo plazo que rebasan los límites de un cuatrienio son los que revisten una especial importancia. Cabe señalar, que soy del criterio de visionar y desarrollar proyectos de largo tiempo, pensados a décadas, para la materialización de ciudades inteligentes y sostenibles. Criterio que debe ir acompañado del desprendimiento de colores políticos e ideológicos, porque solo así se pueden poner en marcha y ejecutar proyectos de gran impacto social que redunden en un verdadero desarrollo social, sustentado en la equidad, armonía, generación de empleo, competitividad e industrialización de las regiones.

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Colombia necesita cerrar grandes brechas sociales, razón por la que es imperiosa la necesidad de empezar a nivelar las inversiones rurales con las urbanas. Es hora de mirar hacia el campo, es hora de llegar con inversiones que dignifiquen la vida de nuestros campesinos y que además mejoren las condiciones para la producción y comercialización de los alimentos que cultivan con gran sacrificio. Es hora de llevar obras de calidad a los barrios más vulnerables para mejorar las condiciones de vida de millones de colombianos que viven en los estratos 1 y 2.

En Montería iniciamos ese modelo con las obras, políticas públicas, acciones y programas a los que le apostamos desde el Gobierno de la Gente. Nuestra intención durante los cuatro años en los que tuvimos la oportunidad de administrar la ciudad no fue otra que la de pensar en una Montería Grande a 2050, una ciudad en la que por primera vez en la historia invertimos el 40 % del presupuesto en el campo y en la que conectamos al occidente, el sur y el norte norte con obras que venían pidiendo hace más de 50 años.

Los retos que enfrentamos fueron innumerables, pero siempre con la convicción de que debíamos hacer lo importante de cara a dejarle a las siguientes administraciones unas bases robustas y fortalecidas, una ciudad sólida financieramente y las herramientas necesarias para el ordenamiento y la planificación urbanística y rural. Es así como le dejamos a la ciudad un gran banco de proyectos por más de $250.000 millones de pesos.

De ahí que nos llena de inmensa alegría y esperanza el logro obtenido recientemente por la actual administración relacionado con un cupo de endeudamiento para el mejoramiento de vías y la inversión en infraestructura educativa. En la historia de Montería nunca antes se le había dado vía libre a un proyecto de acuerdo como este, el que se gestó de manera proactiva y propositiva para el beneficio de los monterianos.

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Modelos como los que se vienen gestando en Montería, durante los últimos años, se deben replicar a nivel país, de ahí que el llamado a los nuevos gobiernos locales es a entrar en esa misma dinámica de planificación.

La invitación a los alcaldes y gobernadores es a gestar sus planes de desarrollo mediante la consulta y el diálogo permanente con los ciudadanos, así como a proyectar las ciudades y departamentos con total responsabilidad, alejados de egoísmos y asumiendo los desafíos con el propósito de darle soluciones efectivas a las comunidades, de esa manera lograrán la ejecución efectiva de sus planes de desarrollo, aportando de esa manera a la construcción del país que nos merecemos, una Colombia en la que todos podamos estar bien.

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