Opinión

¿Éxito o vocación?

Por : Mariangela Del Rosario Mercado

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La palabra “éxito” aplicada a una persona y su vida en general no me gusta en absoluto. Difiero de esa costumbre radical de medir a los demás y que suele estar ligada a su posición económica, social o el número de veces que sale en el periódico. Para algunos llevar comida a su familia un día puede ser el mayor reto al que deben enfrentarse, para otros: estudiar, superar la ansiedad, conseguir un empleo o criar a sus hijos. Cada persona enfrenta diferentes desafíos y es un error calificar de manera general “el éxito” de alguien, sin conocer su situación particular y mucho menos ligándolo a la marca de su carro o lo grande que pueda llegar a ser su casa.

No obstante, en temas de emprendimiento es imprescindible medir y concluir, para inspirarnos y para tener referentes y aprendizajes que multiplicar.

Hoy les hablaré de una emprendedora que ya es empresaria y a quien aprecio muchísimo, pues nos acercamos en pandemia y creo que esos momentos de vulnerabilidad fueron el escenario idóneo para construir amistades auténticas. Cuando terminó su carrera de arquitectura y les dijo a sus padres que quería ser diseñadora de modas, su padre textualmente le contestó: “Si yo hubiera sabido que querías ser costurera, no te pago una carrera y te mando a coser con la modista del barrio”. A pesar de que sus condiciones económicas eran estables y tenía factores a favor para desarrollar su vocación y emprender, el reto de Lizeth iba más allá de lo material. Se trataba de superar desde adentro las palabras de su padre y demostrarse a sí misma que podía llegar a ser todo lo que soñaba.

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Lizeth y yo hemos compartido el micrófono en varios foros y conversatorios, me encanta oírla contar como, muy decidida e ignorando el eco de las dudas, con apenas 20 años de edad se mudó de Ciénaga de oro a Montería y abrió un pequeño taller en el garaje de su residencia con el temor latente en su corazón de fracasar, que normalmente todos los emprendedores enfrentamos, pero que, cuando personas cercanas y que nos aman no creen en nosotros, se incrementan al triple o más.

¿Cuántas veces los padres mutilan los sueños o la vocación de los hijos minimizando lo que desean hacer con vida? Pensando, precisamente, en ese éxito al que se refiere la sociedad o en lo rentable o importante que puede resultar lo que quieren hacer. No hay duda del amor de un padre que piensa en el futuro económico de sus hijos, no obstante sería bueno pensar la plenitud que pueden alcanzar dedicándose a lo que verdaderamente aman, cosa que además está directamente relacionada con su salud mental.

La vocación no excluye el éxito, sea cual sea el camino que se decida recorrer. Si estamos dispuestos a darlo todo y ser uno de los mejores en lo que hacemos, el éxito llega por añadidura. Ferragamo era un zapatero de 20 años, también que cuando llegó a EE. UU. y empezó su carrera en 1923, no tenía más de 40 dólares en su bolsillo. También es válido decidir llevar una vida tranquila, un término medio sin el ruido que genera el llamado éxito. Lograrlo en un mundo como el nuestro, merece aplausos ruidosos.

Lizeth hoy día es una gran diseñadora de modas, reconocida a nivel nacional, tiene un taller a través del cual genera empleo y además lidera hermosas campañas para empoderar a la mujer. “Vístete de amor propio”, es una de ellas. El éxito de Lizeth no radica en lo mucho que ya es conocida, el valor de uno de sus vestidos o las veces que ha salido en los diarios. Su éxito más grande es haber logrado acallar sus temores y seguir adelante con sus sueños. Ella dice que me admira, no sabe cuántas veces he pensado en su historia para tomar fuerza, justo cuando he estado a punto de desistir.
«Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su capacidad para trepar a un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es estúpido» Albert Einstein.

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