Opinión

Montería: La perla que renació

Por : Juan Sebastián Quintero Mendoza

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El Foro Nacional Ambiental (FNA) y la Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia (Fescol) adelantan desde agosto de 2016 el proyecto de relexión “Las ciudades y el posconflicto en Colombia”, que tiene por objeto hacer un aporte a la evaluación de las políticas urbanas que se requieren en el llamado posconflicto, una etapa trascendental en la historia de la nación en la cual urge avanzar en el fortalecimiento y la consolidación de la Democracia.

Esta última, según ambas entidades, se refleja cuando existan posibilidades para todos, para lo cual se debe:

  • – Buscar mecanismos para superar la segregación en todas sus formas: socio-espacial, económica, política, cultural, racial, de género y religiosa.
  • Mantener y reforzar la lucha para erradicar la pobreza.
  • Implementar políticas adecuadas y efectivas para enfrentar los impactos del cambio y la variabilidad climática.
  • Lograr caminos jurídicos y administrativos para gobernar las regiones y áreas metropolitanas, y para mejorar las interrelaciones rurales y urbanas.

Crear mecanismos culturales, jurídicos, políticos y sociales para enfrentar la corrupción en todas sus formas.
Para cumplir con los propósitos de la misión del FNA y Fescol, este artículo presenta un diagnóstico de los principales cambios sociales y urbanos de Montería, una de las ciudades capitales con mayor pobreza en Colombia y más duramente golpeadas por el conflicto armado al abrirse paso el siglo veintiuno, y hoy reconocida como modelo urbano a seguir en la región Caribe, el país e, incluso, en el mundo.Este diagnóstico dará sustento a un conjunto de lineamientos de política pública que se proponen para apuntalar fortalezas creadas en los últimos años y superar obstáculos que impiden consolidar las transformaciones necesarias en esta urbe del Caribe colombiano.

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El diagnóstico parte de una premisa simple: para poder evaluarse positivamente, los cambios urbanos deben transformar las capacidades y oportunidades de las personas, a Fin de garantizar el bienestar entre generaciones.

Las huellas del cambio urbano:
Existe consenso en que algunas de las huellas más notorias de la afortunada transformación urbana de Montería en los últimos diez años se condensan en:

1. La, en general, adecuada planeación territorial que ha logrado poner a las personas y los recursos naturales –en particular, el río Sinú– en el núcleo de las decisiones de la gestión pública y privada. Esta planeación se caracteriza por ser planteada a largo plazo, multifacética y convergente, y ha permitido sentar las bases para armonizar la notoria expansión inmobiliaria de la ciudad de los últimos cinco años con las necesidades de un crecimiento equilibrado. Esta planeación también ha ofrecido herramientas y nuevos recursos financieros –como la contribución por valorización– que se han reinvertido en el mismo desarrollo urbano, creando a su vez confianza en lo público.

2. Logros sociales en el conjunto de la población como la reducción significativa de la pobreza (incluyendo la pobreza extrema) y la desigualdad en la distribución de los ingresos, así como de la miseria urbana.

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3. La ampliación de oportunidades económicas, en particular, la expansión del empleo asalariado y formal, y la reducción de la tasa de desempleo.

4. La mayor oferta de bienes y servicios públicos (parques, hospitales, edificios de gobierno, puentes, vías intraurbanas, cobertura de alcantarillado, entre otros) disponibles para la población, proceso que ha estado ligado al aumento sin antecedentes de la inversión pública local y nacional, y a la existencia de nuevas reglas de juego que gobiernan la interacción de sus habitantes, en particular, sobre el manejo más equitativo de su tributación.
El mejor ejemplo de esta inversión es el proyecto Montería amable, que cuesta $222 mil millones financiados por la nación (70%) y el municipio (30%).

5. Los avances en la garantía efectiva de derechos sociales y económicos, en particular de la educación y la propiedad, que se reflejan en los logros educativos y el acceso a la vivienda de franjas de población históricamente en desventaja
Estos logros han dado el cariz a Montería de ser una ciudad incluyente y sostenible. La inclusión es multifacética y se expresa en aspectos como:

– La positiva integración económica de la población más pobre hacia nuevas oportunidades de empleo y generación de ingresos.
– La ampliación de capacidades básicas en la población como la escolaridad promedio, las nuevas infraestructuras de salud, educación y desarrollo infantil construidas en los últimos años.
La disposición de mayor espacio público y amueblamiento urbano –articulados a la base de recursos naturales, en particular al río Sinú– para la movilidad y el disfrute de los ciudadanos.

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Sin embargo, la pregunta de rigor se orienta a determinar si bajo el estado actual de cosas se puede lograr la sostenibilidad más allá de los propósitos de la planeación, es decir, si existe la capacidad de satisfacer las necesidades actuales de la sociedad monteriana sin que esta misma capacidad ceda en el futuro como fruto de las decisiones presentes.

Sin duda, esto conduce a examinar los resultados del desarrollo sostenible de la capital del departamento desde sus cuatro pilares: la sociedad, el medio ambiente, la cultura y la economía, que por definición están interconectadas y en Montería han crecido en sus ultimos años.

A mi juicio, la manera más eficaz de lograr un balance “en concreto” es centrando el análisis en la gente, verdadera protagonista de los procesos de desarrollo local y de las múltiples políticas públicas que han transformado a Montería en una urbe exitosa en el contexto regional.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es plausible determinar que Montería esta en la capacidad de seguir creciendo de una manera sostenible y que sus politicas públicas seguirán estructuradas en torno a los pilares del desarrollo sostenible, antes mencionados.

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