Opinión

Inversión social para la Paz Total

Por Carlos Ordosgoitia

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La cultura de la paz fomenta y propicia una serie de valores, actitudes y comportamientos que entrelazan conceptos tales como el respeto, tolerancia, igualdad, solidaridad, comprensión, diálogo y consenso, que restablecen y fortalecen la convivencia ciudadana armoniosa, y nos permite además una reflexión crítica, honesta y razonada sobre los problemas que más aquejan a una sociedad profundamente dividida y polarizada como la nuestra, que dificultan sin lugar a dudas alcanzar una justicia social efectiva, elemento importante para que exista la paz como condición indispensable para el pleno desarrollo de las sociedades y construcción de una verdadera democracia.

No me cabe la menor duda, que el camino hacia la paz total requiere de una fuerza prometeica que impulse la inversión social sin precedente alguno en las comunidades rurales, sometidas al ostracismo por incontables años, y los sectores urbanos cuyas afugias e inequidades se han incrementado por factores agenciados por el conflicto armado y el narcotráfico, tales como el desplazamiento descontrolado, aumentándose de esta manera los cinturones de miseria en nuestras capitales y la falta de oportunidades laborales, educación, salud y vivienda.

La paz total es la piedra angular a la que el Estado y el Gobierno Nacional le deben dar un énfasis primordial, salvaguardando por un lado los derechos fundamentales consignados en nuestra carta magna, y por el otro preservar la tranquilidad del pueblo Colombiano en su honra, bienes y seguridad ciudadana. Es hora de lograr, sin trampas ni comportamientos falaces, que los actores armados ilegales converjan en diálogos efectivos y fructíferos que conduzcan a la tan anhelada paz.

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Muy de la mano de ello, es necesario brindarle herramientas a la Fuerza Pública para el mantenimiento de la seguridad para contrarrestar el accionar de la delincuencia común y el crimen organizado, en los cascos urbanos y las zonas peri urbanas, con el propósito de darle certeros golpes a estas estructuras y disminuir las cifras de los delitos de impacto como el homicidio que según estadísticas de Medicina Legal en el primer bimestre de 2023 fue de 3.152 y durante ese mismo periodo del año en curso se incrementó a 3.179.

Paralelo a ese proceso de conversaciones, negociaciones y concertaciones, es indispensable poner en marcha políticas públicas para el fortalecimiento de la educación, el apoyo al emprendimiento, mejoramiento del sistema de salud, asistencia técnica al campo y opciones de vivienda digna.

Así lo hicimos en Montería, durante el Gobierno de la Gente, y los resultados llevaron a una ciudadanía más empoderada y cercana a la Fuerza Pública, lo que condujo en primera instancia a ser la capital del Caribe más segura y posteriormente y hasta la fecha la ciudad más segura del país.

Además de lograr cifras históricas en la disminución de la pobreza extrema, la que llevamos a solo dígito; el aumento de la capacidad de endeudamiento de la ciudad a más de $200.000 millones, el cierre de las brechas sociales, la recuperación económica y la generación de bienestar en el campo y los sectores más necesitados de la zona urbana con inversiones de calidad.

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La verdadera paz total requiere de acciones tendientes a que los ciudadanos no tomen las armas, ni se dediquen al tráfico de sustancias ilegales como alternativa de sustento. Como país debemos reivindicar a las regiones con estrategias, programas y políticas públicas planteadas desde las particularidades de cada gobierno local para alinearlas al Plan de Desarrollo Nacional y así lograr una transformación social efectiva.

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