Opinión

¿Si la zapatilla era perfecta, por qué la perdió?

Por Ricardo Madera Simanca

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Por estos días he tenido un poco de tiempo libre y fue en medio de una película cuando surgió la duda. En Cenicienta, la zapatilla de cristal encajaba perfectamente en su pie. Sin embargo, si la zapatilla era tan perfecta y le quedaba tan bien, ¿por qué se le salió cuando corrió a la medianoche? Es entonces cuando quiero creer que hay mucho más que inferir de este hermoso cuento de hadas.

En la vida diaria, podemos encontrarnos en situaciones en las que nos vemos obligados a usar algo que simplemente no nos queda bien, ya sea demasiado pequeño, grande o simplemente de talla incorrecta. Esto puede variar desde un par de zapatos que podrían causar una molesta ampolla, hasta relaciones personales que nos llenan de frustración y sufrimiento. Sea cual sea el caso, la pregunta es la misma: ¿por qué insistimos en utilizar algo que no es adecuado para nosotros?

La respuesta puede parecer sencilla, pero para quien lo experimenta no lo es. Los observadores podrían juzgar y decir que es por miedo al cambio o al rechazo. Nos aferramos a relaciones insatisfactorias por temor a quedarnos solos, nos obligamos a usar zapatos incómodos para cumplir con las expectativas de los demás y nos vestimos con ropa que no nos favorece para no sentirnos desactualizados. Pero, ¿a qué costo?

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No hay cliché más verdadero que el que advierte “la vida es demasiado corta como para desperdiciarla en situaciones que no nos aportan nada positivo”. Y las situaciones antes mencionadas solo dejan heridas y huellas dolorosas. Claro, esto no significa que debamos huir al menor inconveniente o dificultad. A veces, es necesario luchar y hacer sacrificios para alcanzar nuestros objetivos.

Algunos zapatos se ajustan mejor con papel de periódico en el congelador, el sastre generalmente ajusta mejor algunas prendas y en las relaciones interpersonales cualquier cosa puede suceder. Sin embargo, debemos aprender a reconocer cuando algo simplemente no nos hace bien, cuando nos causa más sufrimiento que alegría.

Al final, cada uno puede sacar sus propias conclusiones, pero personalmente prefiero creer que si la zapatilla de Cenicienta se le salió, es simplemente porque no era adecuada para ella o al menos para correr.

Debemos aprender de este cuento y aplicarlo a nuestras vidas. Si algo no encaja, no nos queda bien o nos hace sentir incómodos, lo mejor es no usarlo. No debemos tener miedo de buscar otras opciones que realmente nos hagan felices, y así podremos vivir una vida plena y auténtica.

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