Opinión

Montería: Ejemplo de reactivación económica y social

Por Carlos Ordosgoitia Sanin

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Hace solo cinco años, nuestra querida Montería enfrentaba uno de los desafíos más significativos de su historia reciente: la recuperación económica tras el impacto devastador de la pandemia. Sin embargo, comenzamos a tejer con pensamiento de orfebres una serie de políticas públicas valientes y visionarias, de las que hoy podemos sentirnos orgullosos y decir que abrieron el camino hacia la prosperidad y la seguridad.

El nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) ha sido una de las piezas claves de este renacimiento. Con su implementación, no solo se logró empezar a organizar el crecimiento urbano, sino que también se trazó un camino inclusivo que abraza a las poblaciones rurales, quienes históricamente habían sido marginadas. Este esfuerzo por cerrar brechas ha mejorado la conectividad y la productividad, y ha elevado la calidad educativa en estas áreas, generando oportunidades tangibles para todos los monterianos.

La seguridad, otra piedra angular de la estrategia de recuperación, ha posicionado a Montería como una de las capitales más seguras del país. Las medidas implementadas han devuelto la tranquilidad a las calles, permitiendo el desarrollo de la microeconomía y el fortalecimiento del tejido social en cada barrio.

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Este ecosistema revitalizado ha impulsado significativamente el turismo y la cultura en Montería. La ocupación hotelera año tras año ha aumentado, reflejando un interés renovado por explorar las maravillas que Montería tiene para ofrecer.

El auge cultural y turístico no solo enriquece la identidad de los monterianos, sino que también dinamiza la economía local, beneficiando directamente a pequeños emprendedores y negocios de barrio.

Montería es hoy en día un ejemplo del potencial transformador de las políticas públicas bien implementadas y de la resiliencia de una comunidad unida.

Las regiones del país pueden y deben inspirarse en todo el trabajo que desde hace 5 años se viene implementando, apostando por un desarrollo sostenible, inclusivo y seguro.

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El resto del país debe mirar a Montería no solo como un referente de recuperación, sino como un faro de esperanza y posibilidad de lo que se puede lograr cuando se trabaja con visión y compromiso por el bienestar de la gente.

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