Emprender: Un Camino de Empoderamiento Contra la Violencia de Género
Por : Mariangela Del Rosario I La violencia contra las mujeres tiene múltiples manifestaciones: física, psicológica, sexual, económica y simbólica. Estas formas de agresión, aunque distintas, convergen en el control y la opresión que buscan restringir la libertad y el desarrollo personal de las mujeres. Muchas veces, esta violencia no solo se perpetra en el ámbito privado, sino que también encuentra ecos en sistemas y estructuras sociales que perpetúan desigualdades de género.
Una de las más invisibles pero devastadoras formas de violencia es la económica. Dependencia financiera, limitación del acceso a recursos o la desvalorización del trabajo femenino son maneras en que muchas mujeres quedan atrapadas en situaciones de abuso. Sin embargo, en medio de estas adversidades, el emprendimiento emerge como una poderosa herramienta para romper cadenas.
Iniciar un negocio propio no solo significa generar ingresos; es un acto de resistencia, independencia y empoderamiento. Para muchas mujeres, el emprendimiento representa la posibilidad de construir una vida autónoma, donde no dependan de un agresor o de sistemas que las relegan al segundo plano. Este proceso fortalece la autoestima, al demostrar que tienen la capacidad de crear, liderar y superar adversidades.
Emprender también fomenta una red de apoyo. Muchas mujeres encuentran en sus proyectos espacios para conectar con otras que enfrentan desafíos similares. Esta sororidad no solo impulsa los negocios, sino que crea un frente colectivo contra las dinámicas de violencia y exclusión.
La independencia económica ofrece algo aún más crucial: libertad para decidir. Con recursos propios, una mujer puede elegir salir de una relación abusiva, invertir en su educación o la de sus hijos, y construir un futuro donde sus derechos y sueños estén al centro. Además, el éxito profesional refuerza la autoestima, ayudando a combatir el impacto psicológico de la violencia, que muchas veces erosiona la confianza y el valor personal.
Es cierto que el camino del emprendimiento no está exento de retos. Barreras como el acceso al crédito, la falta de tiempo por las cargas de cuidado o los prejuicios de género aún persisten. Sin embargo, al emprender, cada paso es una victoria contra estas barreras, un golpe contra la desigualdad.
En un mundo donde la violencia de género persiste, emprender se convierte en una herramienta transformadora. Es más que una opción económica; es un arma poderosa de autodefensa y libertad. Cada mujer emprendedora es una voz que dice: “Aquí estoy, fuerte, independiente e inquebrantable”.