Jaguares: el reto de renacer
El maestro Eduardo Galeano dijo: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”, una frase que refleja la fidelidad de los hinchas. Sin embargo, en nuestra región hay excepciones, porque muchos dejaron atrás sus colores iniciales para entregarse a Jaguares, un equipo que, pese a sus limitaciones, logró adeptos apasionados.
Jaguares ascendió de forma milagrosa tras dos años en la B y permaneció una década en la élite del fútbol colombiano. Aunque no consolidó una hinchada masiva, conquistó a muchos. Tengo ejemplos cercanos: Rahomir Benítez, exmillonarios, quien acompañó al equipo en triunfos y derrotas por todo el país; Marcos Daniel Pineda, quien también cambió el azul rey capitalino por el celeste; o Jairo Alonso Pérez, exhincha de Nacional, que inculcó a su hijo el amor por el equipo cordobés. Hay otros, entre los que me incluyo, quienes, aunque no hemos sido hinchas fervorosos, seguíamos y apoyábamos a la divisa porque representaba nuestra región y su permanencia era importante.
Sin embargo, no todos vieron a Jaguares como su equipo. Hubo quienes aprovecharon su presencia en la máxima categoría para ver a sus clubes de siempre cerca de casa, para ver a sus ídolos y no para apoyar al equipo local. Aun así, la presencia de estos aficionados también aportó al ambiente futbolero que Jaguares instaló en Montería.
La caída de Jaguares afecta no solo a sus seguidores, sino también a Montería, una ciudad que durante diez años apareció en pantallas internacionales gracias al fútbol, lo que generó proyección. Aunque deportes como el béisbol o el boxeo son importantes aquí, el fútbol es un espectáculo más taquillero y un puente clave con el país y el mundo.
Las caídas no son finales. Equipos como Juventus, River Plate o Atlético de Madrid descendieron y regresaron con más fuerza. Aunque es real que Jaguares no alcanza la grandeza de estos clubes, puede inspirarse en su camino: un nuevo comienzo para construir una identidad sólida y duradera.
El equipo ya tiene seguidores, pero debe ir más allá. La directiva debería abrirse a la región, fortalecer vínculos locales y trabajar en construir una verdadera hinchada. Este es el momento de sembrar sentido de pertenencia y arraigo. Y, de una vez por todas, debe desaparecer el refrito de la mudanza, que cada temporada resurge en voz de su propietario. Que eche raíces, abriendo campo al talento local.
El apoyo gubernamental, ya esbozado por las autoridades locales, es clave. Con una estrategia clara y un proyecto serio, Jaguares puede sentar las bases para regresar con fuerza a primera. El descenso es una oportunidad de renacer.