Cinco años, una promesa
Mi universo se ha vuelto pequeño, concentrado en verte sonreír y en protegerte siempre.
Ahora, mis días giran en torno a tu alegría, a cuidarte y a enseñarte a distinguir entre lo bueno y lo malo.
Recorren mi mente un sinfín de pensamientos sobre el mundo que hoy te toca habitar, con peligros que acechan y sueños hermosos que deben protegerse como un tesoro.
Imagino tu infancia como un refugio seguro, deseando en silencio detener el tiempo en el ahora y que tu hermosa inocencia se mantenga a salvo.
Amor inmenso, único y puro que me inunda, que no calla y que se encuentra en tu voz, en tus risas y miradas sinceras.
Eres un arcoíris viviente, lleno de luces y colores que alegran cada rincón, envuelta en alas de mariposas que revolotean y danzan felices a tu paso.
Me hablas de tus pequeños monstruos imaginarios, esos que inventas, juegas y ríes, y me das esperanza de que sean los únicos que asusten tus sueños, pues afuera hay sombras que amenazan.
Me llena el alma ser tu guía, de la mano de mamá: juntos viendo cada uno de tus pasos, siempre presentes para celebrar tus aventuras y darte fuerza en los momentos inciertos.
Agradecemos a Dios cada día por ti y por la protección que nos brindan esos pequeños ángeles que siempre nos cuidan, allá arriba.
María Emma, eres la razón de nuestros días, el regalo más valioso de nuestras vidas. Gracias por la maravilla de estos cinco años.
P.D. Para quienes tenemos la dicha de ser padres, que cada sonrisa y cada abrazo nos recuerde el valor inmenso de la inocencia de nuestros hijos. Que sepamos proteger y cuidar esos pequeños mundos que florecen, con amor y alas de libertad.
En cada niño debe ser real la promesa de crecer en paz y feliz. A ningún niño le debería ser arrebatada esa posibilidad. Que nosotros, los adultos, reafirmemos el compromiso de crear para todos ellos un lugar seguro y lleno de amor.