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Un Real Madrid en construcción supera con dificultades al Stuttgart en el Bernabéu

El Real Madrid mostró dos caras en su debut en la nueva edición de la Champions League contra el Stuttgart, un equipo que sorprendió a propios y extraños con su buen fútbol en el Santiago Bernabéu. El conjunto dirigido por Carlo Ancelotti alternó momentos de brillantez con fases de desorden, reflejando que, aunque tiene potencial, todavía le cuesta desplegarlo de manera consistente. El Stuttgart, subcampeón de la Bundesliga, no se dejó intimidar por el escenario europeo y jugó con personalidad desde el primer minuto, superando en varios momentos al equipo blanco.

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El inicio del partido estuvo marcado por el dominio del Stuttgart, que mantuvo la posesión y mostró una gran capacidad para tocar el balón, mientras el Real Madrid no encontraba cómo reaccionar. Ni presionaba ni se replegaba, y los alemanes ejecutaban con precisión un juego clásico de “toco y me voy” que complicó a los locales. El Bernabéu, que usualmente impone respeto a los novatos, no fue suficiente para frenar el empuje alemán, que jugó con más convicción que los propios campeones de Europa en varios pasajes del partido.

El gran salvador del Madrid en esos momentos de incertidumbre fue, una vez más, Thibaut Courtois. El portero belga realizó varias paradas cruciales en los primeros veinte minutos, evitando que el Stuttgart se adelantara en el marcador. Solo un disparo que dio en el larguero, tras un rebote en Carvajal, puso en serio peligro la portería blanca. Courtois mostró su nivel extraordinario, similar al que exhibió en la final de la pasada Champions, siendo clave para mantener a su equipo en el partido.

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El cambio de actitud del Real Madrid llegó cuando Courtois, visiblemente molesto, salió del área para recriminar a sus compañeros. La reacción fue inmediata, especialmente en Jude Bellingham, quien empezó a organizar mejor el mediocampo. Rodrygo se volvió una amenaza constante por la derecha y Kylian Mbappé comenzó a generar peligro con sus potentes disparos. A pesar de no ser el Madrid más ortodoxo, logró hacerse con el control del partido, aunque todavía con dificultades para imponer su ritmo de juego.

El gol de Mbappé, apenas a los 20 segundos del segundo tiempo, parecía haber calmado al equipo, que entonces jugó sus mejores minutos con más espacios y velocidad. Sin embargo, el Stuttgart no se rindió y, con valentía, volvió a tomar la iniciativa, generando peligro y encontrando finalmente un hueco en la defensa del Madrid para marcar su gol. El Bernabéu, lejos de sentir tranquilidad, vivió un final de partido tenso ante la resistencia del rival.

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Ancelotti realizó varios cambios en la segunda mitad, pero el más decisivo fue la entrada de Luka Modric, quien puso un preciso centro en la cabeza de Antonio Rüdiger para sellar el resultado final. El Real Madrid puede que aún no sepa muy bien cómo quiere jugar, pero al menos sigue encontrando maneras de ganar en situaciones complicadas.

 

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