Opinión

Honor y compromiso por Colombia

Por Carlos Ordosgoitia Sanin

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Con ocasión del pasado 7 de agosto, fecha en la que conmemoramos los 205 años de la Batalla de Boyacá y los 214 años de nuestro glorioso Ejército Nacional, quiero dedicar las siguientes líneas a los valerosos hombres y mujeres que de manera abnegada y con orgullo prestan su servicio a la patria.

En los campos de batalla y en tiempos de paz, su valentía se erige como un pilar fundamental para nuestra democracia. Nuestros miles de héroes anónimos han demostrado, a lo largo de la historia, un compromiso inquebrantable en la defensa de la soberanía y el bienestar de los colombianos.

La Batalla de Boyacá, librada el 7 de agosto de 1819, marcó un punto crucial en el camino hacia la independencia de Colombia. Enfrentamiento que no solo selló la libertad, sino que también forjó las bases esperanzadoras de un futuro soberano y próspero.

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Durante 214 años el Ejército Nacional ha jugado un papel esencial en el apoyo a la institucionalidad y en el combate contra la insurgencia que ha acechado al país. Desde su fundación en 1810, el Ejército ha evolucionado y se ha adaptado a los desafíos cambiantes, siempre con la misión de servir a la patria y proteger a sus ciudadanos. Destacándose también el trabajo que realiza nuestra Armada Nacional y la Fuerza Aérea para defender el territorio por agua y cielo.

A quienes, desde la parte civil, se suma la Policía Nacional, con hombres y mujeres que se esfuerzan diariamente por garantizar la tranquilidad y la seguridad de los colombianos. Gracias a su labor incansable en las calles de nuestras ciudades, la población puede seguir construyendo su vida cotidiana en paz.

Durante décadas, estas instituciones han enfrentado numerosas adversidades y retos, que van desde conflictos internos hasta amenazas externas, siempre con el propósito de mantener el orden, la legalidad y la estabilidad de nuestra democracia.

Es esencial que como sociedad valoremos y mostremos nuestro respeto hacia estas instituciones y las personas que las componen. Su trabajo a menudo implica riesgos significativos y un sentido de responsabilidad que va más allá de lo común. Reconocer su esfuerzo y valentía no solo fortalece el vínculo entre la Fuerza Pública y la ciudadanía, sino que también fomenta un ambiente de colaboración en el mantenimiento del orden, la seguridad y la justicia.

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Nos conmueve el servicio que presta su personal anteponiendo a la Nación sobre sus familias. Enfrentándose al difícil reto de equilibrar el amor hacia sus seres queridos con el cumplimiento de su deber, lo que demuestra su dedicado compromiso y la fortaleza de espíritu que caracteriza a quienes eligen este noble camino.

Como colombiano me llena de orgullo poder contar con cada uno de estos hombres y mujeres que son un digno ejemplo de dedicación y valor. Así como respetar y honrar sus lemas ¡Patria, Honor y Lealtad!, y ¡Dios y Patria!, que conllevan una mística y filosofía cargada de amor por la defensa de nuestro país. Su entrega y sacrificio sin temor a equivocarme son el sustento esencial sobre el que reposa nuestra libertad y seguridad. Su labor es un legado que merece ser reconocido y exaltado cada día.

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