Opinión

El laberinto moderno: Las redes sociales

Por: Mariangel del Rosario Mercado 

Publicidad


En la civilización egea, que se desarrolló antes de la llegada de los helenos, era común la construcción de enmarañados laberintos en cuyos innumerables corredores, cámaras y vericuetos solían perderse los visitantes.

El más famoso de aquellos laberintos era el de Creta, que, según la mitología griega, fue construido por Dédalo para encerrar al mítico Minotauro, un animal sanguinario con cuerpo humano y cabeza de toro. En la literatura de todos los tiempos, el laberinto siempre se ha mostrado como símbolo de confusión, de lo enigmático del destino, de prisión que priva al hombre de libertad.

“Las redes sociales se han convertido en el laberinto de soledades de nuestros tiempos” dijo un amigo escritor hace un tiempo y esta es la segunda columna que escribo sobre el tema. Sin duda se convierten en un laberinto sin salida, cuyos caminos están invadidos por la soledad y relaciones ficticias basadas en lo que se muestra y no en lo que se es.  Algunos fingen alegrías para ocultar tristezas.

Publicidad

Otros, buscan desesperadamente reconocimiento y compañía a través de un “me gusta” valiéndose de cualquier medio para ello, desde bailes insinuantes y escenas ridículas hasta la exposición de dramas personales con tal de encontrar aplausos en la compasión. Otro grupo está formado por los que jamás publican, pero permanecen revisando perfiles y comparando lo que ven con su propia vida, siendo esto algo delicado, especialmente con los jóvenes y adolescentes, a quienes en algunos casos les genera ansiedad y/o depresión, no sentirse al nivel de lo que ven.

También están los “odiadores”, esos que le sacan lo negativo a todo lo que otros publican y creyéndose críticos, lo que en realidad hacen es desatar veneno ocultándose detrás de la pantalla, dejando mucho que pensar sobre su felicidad y salud mental. Ni qué decir de los “odiadores” a los que les pagan para destruir y despliegan todo un operativo a través de cuentas falsas que apoyan su objetivo.

¿Quiénes eran los encargados de enseñar ética y principios a estas personas y a los que les pagan para ello? Las personas en las redes también se han tomado la justicia por sus manos, condenan por delitos sin un debido proceso, califican, desprestigian y atacan como si la injuria y calumnia no estuvieran tipificadas en el código penal o el derecho al buen nombre no estuviera protegido constitucionalmente. Muchísimos casos de suicidio comienzan con este tipo de ataques o exposiciones en redes sociales.  Se trata de un laberinto infinito que encierra una problemática muy amplia, desde la salud mental de nuestros jóvenes y niños, hasta temas jurídicos, sociales y políticos.

Este “laberinto”, es tan “perfecto y sutil” como el que menciona Borges en su relato “Los dos Reyes y los dos Laberintos”, una vez nos introducimos en el: nos engañamos, nos mentimos, nos ausentamos, nos delatamos, nos exponemos, nos perdemos y solo en algunas ocasiones nos volvemos a encontrar.

Publicidad

Las redes sociales son un laberinto cada vez más confuso y sobre el cual no hay ningún control. Es responsabilidad de los adultos proteger a los más chicos de perderse en sus vericuetos y de cada cual evitar sus nefastas consecuencias y sacarle provecho para bien, pues sin duda a través de la virtualidad también se pueden hacer grandes y buenas cosas, pero este es tema de otra columna.

Para concluir esta reflexión, cito a mi querido amigo escritor Felix Manzur:

“Así, en la era de la conexión, nos encontramos solos juntos, en la multitud de notificaciones, en la red de la desatención. La soledad no es ausencia de compañía, sino desconexión de lo presente, y en el silencio de los que están, se escucha el eco de los que no están. La tecnología nos acerca a los lejanos y ausentes, pero, paradójicamente, aleja a los que tenemos al lado” Felix Manzur Jattin

¿Le resultó útil este artículo?
Lee también:
Publicidad