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Diego Vega González: Un ejemplo de resiliencia

Con apenas 10 años de edad, Diego Andrés Vega González ha tenido que sortear las difíciles pruebas que coloca la vida; aunque nacer sin cabello es una de ellas, sobrevivir en un mundo, muchas veces cruel con las personas con diferencias físicas, es la más difícil.

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Aunque se acongoja cuando habla del tema se repone rápido: “Me golpean la cabeza, me dicen calvito sexy y otras cosas feas”, expresó desde su casa ubicada en el barrio Furatena, sur de Montería.

Diego nació prematuro, con la piel delicada y sin bello, aunque su madre creyó que la condición mejoraría, al niño no le salió cabello y el poco que tiene es irregular.

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Tras a consultar a varios médicos y hacerle una biopsia de piel en varias partes de su cuerpo, se determinó que padece de una displasia ectodérmica que le provoca un desarrollo anormal de la piel y cabello.

Llegar a sus 10 años pensando que es un niño inteligente y hermoso, ha requerido de un gran trabajo y fortaleza por parte de su madre, Enilsa María González Cordero, quien ha sido luz para este niño que, aunque le duelen las burlas de sus compañeros en la Institución Educativa Furatena, sabe que todo es pasajero y entiende que su felicidad está más allá de la cantidad de cabello que tenga.

“Me ha tocado cambiarlo de varios colegios porque le hacen mucho bullying”, expresó González Cordero.

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Este niño carece de juguetes y comodidades, en una casa a medio hacer, pero juega feliz con una pelotica de goma y su hermana menor. Sueña con estudiar programación y ser un profesor, aunque su sueño más urgente, es poder tener una bicicleta.

OTROS CASOS

El caso de Diego no es el único, la Fundación Respiros de Amor ha venido ubicando a una serie de niños y niñas con la misma condición, pero hasta ahora, ninguno posee la fuerza y la resiliencia con la que cuenta Diego, que sin duda podría ser luz para muchos niños en su condición.

Chicanoticias conoció el caso de Luis Romero, un niño de 10 años, venezolano, que reside en el municipio de Sahagún con sus padres y quien lleva tres años sufriendo con la misma condición.

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Gracias al trabajo de la fundación, Romero ha recibido un tratamiento de tricopigmentación capilar, que, en lugar de hacerlo ver calvo, parecerá un niño rapado. Este beneficio se dio gracias a las donaciones de muchas personas y sobre todo, de los tatuadores que se han unido a Sonía López, presidente de la Fundación, para darles a estos niños la tranquilidad de no recibir más burlas.

La fundación también les ha conseguido pelucas a otras niñas con la misma condición y que hasta ahora permanecían ocultas en Canalete y Tierralta.

 

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