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Guerra con Rusia: No sigamos perdiendo las oportunidades

Por : Humberto Ramos

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Lejos del pesimismo económico que ha impactado en los últimos meses a la confianza del consumidor y de los empresarios reflejado en los índices de confianza publicados mensualmente por Fedesarrollo, los cuales iniciaron el 2022 hacia la baja. Colombia podría salir muy bien librada de este nuevo escenario geopolítico y económico internacional en el cual las profundas divisiones de fondo entre China y Estados Unidos y ahora la guerra con Rusia por Ucrania y la ya declarada sanción comercial internacional contra Rusia que no parece tener reversa, refuerzan rotundamente la necesidad de los países ricos de “occidente” a repensar los centros de producción manufactureras y de servicios que en las últimas 4 décadas se han asentado en el sureste asiático, así como a repensar la importancia de las materias primas como elemento de seguridad nacional, generando valor agregado intrínseco a la principal fuente exportadora de Colombia.

Yendo al grano, hoy día, Estados Unidos y Europa, luego de haber sufrido la pandemia y con la creciente amenaza del eje geopolítico “invisible” Rusia — China — Turquía — Norcorea — Irán, no tienen otro camino que disminuir su dependencia de China y el mercado asiático en general si quieren mantener su supremacía geopolítica cada vez más desgastada. Eso implica reemplazar las compras y/o fábricas de ubicación. Pero la pregunta es ¿hacia dónde? Si los costos de producción en Europa y Estados Unidos por su costosa y escasa mano de obra y complejas protecciones democráticas hacen inviables la producción interna o nacional. No ha surgido otra región con mano de obra barata que pueda reemplazar los centros de producción asiática ya que la mano de obra barata está en Asía, África y Latinoamérica. Descartando África por razones obvias, la pregunta es ¿Qué pasa con Latinoamérica? si es que sencillamente nos necesitan, somos prácticamente a corto plazo la única alternativa y no los aprovechamos.

Estamos ensimismamos en una guerra mediocre por el control del narcotráfico y los recursos públicos de los territorios en la mayoría de países con alto potencial de producción “on-shore” y ahora el reciente “friend-shore” que significa poner las fábricas en los terrenos cercanos y de mis aliados más leales. México y Colombia son los primeros llamados a atender esa necesidad, es absurdo, totalmente absurdo que con una oportunidad de oro, con una devaluación y una diferencia en el costo de vida abismal entre el mercado americano, europeo y el de nuestras naciones y donde ahora podemos cobrar además una prima de “lealtad” y no de precio, que no hayamos sido capaces de atraer la inversión extranjera y generar un desarrollo de súper alta velocidad por estarnos matando por la contratación pública y del control de las mafias generadas por la prohibición de todas las actividades declaradas ilícitas, siendo que con una adecuada gestión de los recursos públicos y privados y de la mano de obra local, bien podríamos estar generando grandes riquezas del todo lícitas, sostenibles y capaces de reducir increíblemente la enorme brecha de desigualdad que caracteriza nuestro país, no equilibrándola hacia abajo como pretenden muchos populistas sino realmente hacia arriba, Solucionando así a punta de crecimiento económico sostenible los demonios que genera la desigualdad: educación deficiente, violencia, inseguridad, hambre, enfermedad, corrupción, etc.

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Vivimos en una posición geográfica y en una riqueza natural privilegiada. No sigamos dejando pasar las oportunidades. Las oficinas de desarrollo económico, pro-exportación y pro-inversión deberían estar hoy más que nunca concentradas en la captación de oportunidades y en la articulación de los medios para que nuestra gente pueda aprovechar una gran fiesta de inversión extranjera a partir de la necesidad creciente de re localización de los centros de producción mundial. Es hora que los líderes y dirigentes veamos y rememos todos hacia el mismo lado y empujemos proyectos ambiciosos de producción que transformen positivamente nuestra sociedad. Hoy día los maestros de inglés y de comercio internacional deberían valer oro y los centros de capacitación técnica ni hablar. Detengamos el desperdicio de oportunidades, no nos cansemos de repetirlo hasta avanzar y tengamos un poco más de visión de mundo, no de pueblo tercermundista.

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