Opinión

El escaparate sustentable

Por: Ricardo Nicolás Madera Simanca

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Hay quienes consideran que el primer paso para solucionar un problema es aceptar que se tiene y con estas líneas me propongo que reconozcamos un problema con P mayúscula que crece en tamaño y daños colaterales a diario y que constituye un desafío para todos lograr solucionarlo.

En estos días, tuve la oportunidad de tomar mi café de la tarde con un panorama que me ha permitido reflexionar un poco sobre la industria de la moda y, si me conocen, sabrán que no soy un experto en la materia y que hago siempre lo posible y lo simple por combinar el cinturón y los zapatos; sin embargo, como todos sabemos, ésta es una industria que mueve una gran cantidad de recursos económicos y que, por su volumen y alta frecuencia de cambio, en ocasiones implica grandes riesgos para la sociedad, entre los que podemos mencionar, las afectaciones que su producción implica al medio ambiente y la reducción de recursos naturales vitales para los seres vivos.

Por ejemplo, ¿sabías que según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid para la fabricación de un jean se gastan entre 2.130 y 3.078 litros de agua, contando desde el momento de la plantación del algodón, material indispensable para su producción?

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Decidí alzar mi voz porque aparte de las afectaciones al medio ambiente, está el hecho de que la moda, como lo dije al inicio, tenga una alta y significativa frecuencia de cambio debido a sus precios bajos, haciendo que, así como se compra, se deseche ropa constantemente. ¿Y adivina donde van a parar esos desechos por el cambio de tendencias? Según el último informe de medio ambiente de la ONU, “cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura”.

La constante conexión digital y la necesidad de ser visibles todo el tiempo nos ha hecho olvidarnos de cosas sencillas, tales como: compartir, heredar o reciclar y todo con el propósito -un tanto egoísta- de permanecer “a la moda”.

Aparte de lo que les he comentado, está el hecho de que las grandes empresas de la moda tercerizan las actividades de producción en países en donde la normatividad ambiental o laboral es laxa o nula por así decirlo, explotando, de esta forma a cientos de trabajadores, quienes ven en este mercado la única forma de subsistir, lejos de lo que verdaderamente podría ser un trabajo digno.

Coequiperos del mundo, vecinos y amigos, ya lo he dicho antes, pero vale la pena repetirlo: en este mundo estamos alquilados, hasta que no encontremos la forma de retribuirle a la madre naturaleza lo mucho que nos da. La tarea es por parte y parte: como consumidores, podemos empezar por medir la importancia de permanecer “a la moda” para encajar en una sociedad en la que prima lo que se muestra en la pantalla y por preferir o valorar con nuestras compras los productos de empresas que optan en la actualidad por una producción más consciente y amigable con el medio ambiente. Soy un convencido de que entre más escojamos estas marcas y menos optemos por la producción dañina y letal, más compañías implementarán políticas de producción sostenible y transparente en las que se utilicen materiales orgánicos y reciclados reduciendo su impacto ambiental.

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También se vale lo de heredarle al hermanito, al primo o incluso al vecino, donar a organizaciones benéficas o pongamos a la moda las fiestas o reuniones de intercambios de ropa.

El escaparate sustentable puede resultar un desafío para algunos, pero, es una práctica que sumada entre amigos, ciudades o países podría ayudarnos a darle un respiro a nuestro medio ambiente e incluso permitirnos permanecer “a la moda”.

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