Opinión

INVIR: una deuda pendiente con el campo

Por: Marcos Daniel Pineda García

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Cuántas veces hemos escuchado frases como: “esa vía está hecha una trocha”, “esa vía está abandonada”, “hay mucho hueco”, “se tiene que ir por otro lado porque por allí no pasa”.

Durante décadas, las vías rurales han sido un verdadero problema para los campesinos y productores que habitan en el campo de nuestro país, una población que según cifras del Dane hoy llega a más de 15,2 millones de personas, casi el 30% de los colombianos.

Celebro la oportuna creación del Instituto Nacional de Vías Regionales (Invir), una iniciativa nuestra respaldada por el Partido Conservador, que con la anuencia y el apoyo del Gobierno nacional hoy tiene vida jurídica y se encargará de la construcción, mantenimiento y mejoramiento de las vías terciarias de Colombia. Según datos del Departamento Nacional de Planeación, la red vial terciaria nacional podría llegar a los 150 mil kilómetros.

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Más allá de desempolvar el extinto Fondo Nacional de Caminos Vecinales, el espíritu de esta propuesta fue la creación de una entidad del orden nacional que se convirtiera en doliente y responsable de las maltrechas y olvidadas vías rurales, dando con ello un importante paso en el largo camino de resarcir la deuda histórica que tenemos con el campo colombiano.

Sin embargo, analizando a fondo el Decreto 1961 del 15 de noviembre de 2023 con el cual se crea el Invir, no puedo dejar de expresar mis inquietudes sobre tres temas fundamentales: transparencia en la contratación, generación de burocracia y descentralización de funciones.

Primero, el Invir debe conservar los principios de la contratación pública en Colombia. No dejan de preocuparnos algunos artículos que podrían poner en entredicho la transparencia, la selección objetiva y la pluralidad de oferentes. Bienvenidos sean los convenios con las Juntas de Acción Comunal y las asociaciones de campesinos, sin perjuicio de que se continúen haciendo con alcaldes y gobernadores, pero siempre apegados a lo que dicta Ley de Contratación Estatal.

Segundo, la creación de burocracia adicional no se contempló cuando concertamos esta iniciativa desde el Partido Conservador, ya que consideramos que el Instituto Nacional de Vías (Invías), tiene el talento humano y la capacidad instalada suficientes para darle vida administrativa al Invir sin generar más gasto público innecesario.

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Y finalmente, el Invir debe tener vocación regional. De nada sirve crear un instituto que atienda las vías terciarias, si las decisiones se van a seguir tomando desde el nivel central. Un técnico sentado en un escritorio en Bogotá, no sabe que los corregimientos La Culebra y Las Guamas se comunican por una vía que conecta un importante área productiva de los municipios de Cotorra y San Pelayo, en Córdoba, solo por mencionar uno de los muchos ejemplos que existen en el país. Por eso, queremos que este instituto tenga funciones descentralizadas y la toma de decisiones se haga desde los territorios, que es donde en realidad se padecen y se conocen las vías que necesitan ser priorizadas.

Con mucha ilusión, esperamos que, con determinación administrativa, voluntad política y un presupuesto autónomo, la llegada del Invir pueda marcar un antes y un después para las vías rurales. Ya es hora de que nuestro campo se convierta en un verdadero eje de desarrollo, que le dé un gran impulso a la economía campesina y la competitividad en Colombia.

 

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