Opinión

Intentaron silenciar

Por: Jairo Torres Oviedo

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Recientemente, el otrora poderoso jefe paramilitar Salvatore Mancuso declaró ante los jueces de la Jurisdicción Especial para la Paz – JEP, su participación y la del ejército paraestatal que comandaba; sobre la verdad de las acciones militares ejecutadas; como fueron: asesinatos, masacres, desplazamientos, desapariciones forzosas, despojo de tierras y el accionar político en materia de financiamiento, intervención en política, control territorial, jurídico y social; es decir, las estrategias implementadas para ejercer poder militar, político, económico y social; ante la mirada indiferente y cómplice del Estado. La verdad acerca del conflicto armado interno tiene muchas narrativas; dependiendo de quienes la cuenten, creando con ello, muchos relatos y ficciones tan reales como fantasiosos. Pero, sin lugar a equívocos; podemos decir que, fue una guerra de perdedores; ocasionando con esto, degradación y barbarie; que dejó profundas heridas sociales que aún no cicatrizan; lo cual ha generado nuevas violencias que se repiten de manera continua.

Las declaraciones de Mancuso ante la JEP merecen toda la atención de los organismos competentes a nivel nacional e internacional y la sociedad civil; por ser la confesión sistemática de hechos de violencia más brutal, que hacen parte de una página de nuestra historia reciente, narrada por uno de los protagonistas, que aún vive; quien actuó como líder, ideólogo y determinador de crímenes de lesa humanidad. Capítulo especial que merecen las declaraciones de Mancuso; sobre como el proyecto político-paramilitar que vulneró y asesinó un sector del estamento intelectual y pensante de la sociedad, representado en las universidades públicas; ejemplo de ello, la Universidad de Córdoba; que evidencia la intervención irracional y violenta que acabó con la vida de profesores, estudiantes y trabajadores; un proceder criminal selectivo, cuya finalidad fue silenciar el pensamiento y la conciencia crítica inherente al mundo universitario; del mismo modo, el pensamiento y la intelectualidad nacional, simbolizado en hombres y mujeres; en su mayoría jóvenes; la barbarie ejercida exterminó parte del pensamiento de la sociedad colombiana.

Lo anterior, es un fenómeno característico de los sistemas dictatoriales y totalitarios construidos sobre la violencia y el miedo; donde no se permite el uso de la conciencia crítica. En la historia de la humanidad, esta práctica del miedo y terror, han sido recurrentes; con el propósito de construir un estado opresor y violento, sin oposición y soportado en el miedo. Pero Mancuso y su ejército criminal, se equivocaron; desconocieron una lección clave de la historia; “el pensamiento, lo pueden silenciar y marginar transitoriamente; pero no destruir”. El pensamiento es una construcción humana, con un poder liberador y transformador que ha sobrevivido a momentos y épocas violentas de la humanidad. La Unicórdoba y sus estamentos son muestra sensible y dolorosa de los hechos en mención; la intentaron silenciar desde todas las formas de violencia: extrema izquierda, extrema derecha y politiquerías; sin lograrlo. Su capacidad de resiliencia, carácter y convicciones propias de su naturaleza y esencia permitieron sobrevivir para cumplir los sueños de muchos. Por ello, el mejor legado para entregar a las presentes generaciones, en especial los jóvenes, son, escribir estas páginas dolorosamente pensadas desde nuestra memoria histórica; y así esclarecer la verdad para que esto nunca vuelva a repetirse.

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