Opinión

Bajo la lupa del rol docente. Realidades y estigmas

Por: Ricardo Nicolás Madera Simanca

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A propósito de la reciente celebración del Día del Maestro y de la lluvia de detalles que, quizás, muchos padres tuvieron con ellos, es preciso, comentar sobre algunos lunares que tiene esta loable profesión.

Uno de ellos es el constante señalamiento de la misma sociedad, por ejemplo, por el tiempo de vacaciones que tienen o por el tiempo que invierten en la lucha de sus derechos, los cuales, en mi concepto, se han visto mucho más vulnerados en los últimos tiempos.

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No es un secreto que para muchos es molesto y hasta inconcebible escuchar en los medios que “los maestros se fueron a paro”.

En este tema pienso que hay desconocimiento por parte de algunos, quienes a veces no comprenden que a lo largo de los años esta ha sido, lamentablemente, la única forma de garantizar su ejercicio diario.

Algunas veces, muchos de nosotros, escuchamos las noticias desde una sola voz, escuchando lo que como padres de familia implica el hecho de no enviar a nuestros niños a clases, y tengo que decirlo, entiendo mucho este sentir.

Sin embargo, me pregunto y me gustaría que te preguntaras conmigo: ¿Cuáles son las garantías de los docentes de la zona rural en materia de seguridad y estado de vías? ¿Cuentan con los recursos para desarrollar sus clases? ¿Son suficientes las oportunidades para su desarrollo profesional? ¿Cuentan con las herramientas para mantener motivados y que aprendan sus alumnos?

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Entiendo que el gremio no es del todo bien manejado y que existen personas que, quizás, se beneficien del caos en el que a veces están inmersos los docentes.

Pero, entre más analizo la situación, más me doy cuenta de las dificultades que tiene su rol y del estigma propio del colectivo hacia su misión.

Les voy a contar algo muy personal, mi papá (QEPD) se desempeñó la mayor parte de su vida como docente y murió sin poder disfrutar de su pensión.

Fueron innumerables las veces en que lo acompañé y apoyé para estos trámites, pero fue imposible que lo lograra en vida por el letargo propio de este proceso y me atrevo a apostar que no es el único caso y que lamentablemente este no es aislado.

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A lo que voy es a que todo para ellos es una lucha constante, muchos llegan a la vejez con la esperanza de un disfrute o descanso económico, pero a algunos los espera un largo camino lleno de tramites y documentos, algunos lo logran, otros no.

Quiero insistir en que, esta columna no se trata de una posición definida a favor o en contra de un sector. Esto se trata de una invitación a analizar la situación desde una óptica objetiva y general, sin tener en cuenta particularidades o señalamientos colectivos.

El docente es un pilar de la educación actual, son un medio a través del cual los estudiantes fortalecen sus conocimientos y aprendizajes, son ellos, quienes, en una labor ardua a diario buscan herramientas para enseñar a un grupo diverso y hambriento de información.

Como padres debemos estar a la par de este proceso de formación, entendiendo que no es un proceso exclusivo del docente, siendo guías en este camino en el que se espera, los niños y niñas construyan sus propios aprendizajes.

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Ser docente no es un rol al que le ha tocado fácil, pero como dicen por ahí: quien lo vive es quien lo goza y al final sólo quienes ejercen o estamos cerca de quienes ejercen esta profesión sabemos las vicisitudes de su labor diaria, de las razones de sus luchas y de los sacrificios con los que a diario forman a sus estudiantes para la vida, cargando, incluso, con el peso de la indiferencia de algunos.

 

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